martes, 17 de diciembre de 2013

Jamás se podrá evitar caer.

Me mata lentamente caminar sobre algodón de azúcar, me mata volar sobre lo que parecen ser bellas nubes sabiendo que tarde o temprano caeré a un vacío amargo y sombrío, donde más allá del largo de mi brazo nada puedo ver.
Me mata lentamente ver pasar los días, dejando en las huellas de sus pasos los secretos mejor guardados del mundo, las lágrimas mejor ocultas del universo.
Y a pesar de que todo aquello que me mata es lo que me rodea me aferro a quien su mano estiende para no dejarme caer. Aprendo a dar cada nuevo paso de vida con pies de plomo, asegurando que aquello que hay debajo de mi no se derrumba y avanzando otra vez hasta esas nubes de algodón que empezarán con el ciclo de desastres.

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