jueves, 30 de octubre de 2014

No vuelvo. - me dijo.

No son horas de ser feliz cuando tu cama aún huele a él, cuando aún abrazas su primer regalo, cuando extrañas verle sonreír. 

No son horas de fiesta, solo son ganas de dormir y ver como pasa el tiempo esperando que algo cambie.

Son horas de echar de menos a quien a pesar de todo te hace todavía sonreír recordando.

Son horas de derramar millones de lágrimas hasta darse cuenta de que, por mucho que deseases que el final no hubiese llegado tan rápido, ha llegado más rápido que el viento y sin aliento cerrar los ojos para intentar olvidar. Pero, no olvidarlo todo, solo olvidar lo malo, olvidar sus palabras clavando sus acentos sobre mi pecho. 

Pensar que la presión pudo sobre su cuerpo y la solución más fácil le ha dejado respirar mejor. Y pensar que ahora está bien porque tiene menos de que preocuparse.

Porque hay veces que no te das cuenta de que molestas, de que estar ahí significa estorbar y terminan recordándote que no eres nada, no eres nadie para molestar, nadie para estorbar.

lunes, 27 de octubre de 2014

Dos palabras con un solo sentido.

¿Qué tienes, cielo? ¿Qué tienes? No creo saberlo y creo que ni tú lo sabes, tienes algo, algo especial tienes tú que me hace sentir bien. Me haces sentir bien. Atraída hacia ti con gran cariño, amor y afecto. Enganchada a ti con caricias, suspiros, extrañándote cuando no estás conmigo, cuando no estás cerca de mí, cuando no estás. Deseando que no se acabe el tiempo cuando te tengo.

Me haces sentir como esos dibujitos que imaginas volando por un bonito cielo con un enorme y colorido arco iris. Me haces sentir como pájaro libre con ganas de todo, de todo a tu lado.

No todo a veces sale bien y tal vez un mundo perfecto no sea posible, pero no haces nada ocultando la realidad, ocultando lo malo, ocultando todo lo gris y extraño. Prefiero que seas valiente como un gran guerrero, fuerte y con un gran interior, que es lo que verdaderamente eres, porque una princesa no puede salvarse sola, una princesa sola no tiene sentido, no existiría cuento ni historia que contar.

sábado, 18 de octubre de 2014

Bienvenido a mi vida.

Todo aquello que el desengaño me quitó una vez, y otra, y otra... Todo aquello que aún no termino de recordar como era, no recordaba que era sentir a alguien a mi lado, sentir su respiración, sentir tus abrazos. Aquello que un día se llamó ilusión desapareció tras un velo de oscuridad creado por los engaños, los sueños rotos, las malas palabras y falta de cariño entre otros. Otros muchos males que hicieron que dejara de creer en eso que algunos llaman amor.

Un día como tantos otros, jugando a no ser más que una marioneta movida por el dolor, encontré un juguete más con que el que poder pasar el rato. Un día como tantos otros, jugando a no creer, acabé metida hasta el fondo, hasta el fondo acabé porque un alma clara y cálida atrajo mi atención.

Dudosa me quedé pues no recordaba, no recordaba que era sentir a alguien a mi lado.

Bienvenida dijo al tocar a mi puerta, bienvenida a donde nunca dejaste de pertenecer, bienvenida de nuevo para el sentimiento más puro y que nace más grande que ningún otro.

Nunca deseé no volverlo a sentir, es más, siempre te busqué, siempre te anhelé, siempre quise saber otra vez de ti. Pero esta vez no estabas dentro de uno de tantos, esta vez había algo diferente que con sonrisa franca y ojos claros me llamaba. Esta vez, quería y no podía evitar abrazarte, no deseaba otra cosa que besarte, no podía apartar mi mirada de ti, deseaba estar a tu lado día tras día sin mirar el espacio o el tiempo, sin querer más que hacerte sentir bien, sin querer más que hacerte sentir especial.

Eso quería el primer día, lo quería ayer, lo quiero hoy, lo voy a querer mañana, así que no te alejes de mí.

Quién diría que un alma perdida, un alma cerca del abismo de la soledad llegaría a conocer a alguien como tú. Quién me habría dicho a mí, que a día de hoy pasar tan solo dos días sin verte me costaría tanto. Quién hubiese imaginado que yo, la chica sin sentido, acabaría atada por encanto a tus abrazos, a tus besos, a tus manos recorriendo mi cuerpo, a tus ojos mirando. Quién diría que tenerte a mi lado me hiciese tan feliz, porque a pesar de todo, porque a pesar de muchos y por mucho que digan, eres todo lo que necesito para estar aquí. Aquí escribiendo esto, ahora, recordando lo que escribo mientras lo lees u otros lo leen. Quién diría que el amor hace milagros, milagros de vida, milagros de sueños.

Y al final, caí entre tus brazos, arropada como una niña antes de ir a dormir, sintiéndome segura de mi misma, sientiéndome segura contigo.

viernes, 17 de octubre de 2014

Dentro de fuera del mundo.

Junto las manos y no puedo tocar, no debo tocar el aire que me da la vida, no puedo abastecer mi alma de otra cosa que no sea aire de ira, de miedos, de arrogancia.
Cierro la boca y no puedo sentir, no debo comer de tus labios de falsa miel, tus labios de ángel caído que me arrastra sin más sentido que la diversión.
Me tapo los oídos para no poder, no deber escuchar los gritos de aquellos que llaman entre las llamas de lo que ya no se puede recuperar.
Abro los ojos y no puedo ver, no debo ver lo que tengo delante, no puedo ver la muerte, no debo ver lo inerte.
Y al final, me planteo mi situación aquí las mazmorras del infierno. Después, me doy cuenta de que mi sitio está aún más abajo.

Night.

Encerrada entre las paredes del destino acabé rozando el abismo de la desesperación, día a día con los ojos bien cerrados esperando no ver que había más allá pues la vida no me daba más, con la boca bien cerrada esperando no comer, no beber, acabar con aquello que no entendía, con los oídos tapados como dos tablas que no sienten esperando no escuchar lo que iba a venir, no quería saber, ni conocer porque estaba yo ahí encerrada, asustada, cautiva del amanecer.
A veces, rayos de luz, pequeños destellos me hacían dudar de si en algún lado existía una puerta para acabar, para salir y verme desde fuera como seguían pasando los días. Otras tantas, me rendía y sentada en un rincón todo lo escondía, entre lágrimas sin vida, lágrimas de malos sueños y buenas pesadillas, gotas de viento mojado que recorrían, como yo, un camino decantado al dulce final del suicidio.
Encerrada entre las paredes del destino acabé rozando el abismo de la desesperación, adiós luces de vida, hola oscuro anochecer.