sábado, 18 de octubre de 2014

Bienvenido a mi vida.

Todo aquello que el desengaño me quitó una vez, y otra, y otra... Todo aquello que aún no termino de recordar como era, no recordaba que era sentir a alguien a mi lado, sentir su respiración, sentir tus abrazos. Aquello que un día se llamó ilusión desapareció tras un velo de oscuridad creado por los engaños, los sueños rotos, las malas palabras y falta de cariño entre otros. Otros muchos males que hicieron que dejara de creer en eso que algunos llaman amor.

Un día como tantos otros, jugando a no ser más que una marioneta movida por el dolor, encontré un juguete más con que el que poder pasar el rato. Un día como tantos otros, jugando a no creer, acabé metida hasta el fondo, hasta el fondo acabé porque un alma clara y cálida atrajo mi atención.

Dudosa me quedé pues no recordaba, no recordaba que era sentir a alguien a mi lado.

Bienvenida dijo al tocar a mi puerta, bienvenida a donde nunca dejaste de pertenecer, bienvenida de nuevo para el sentimiento más puro y que nace más grande que ningún otro.

Nunca deseé no volverlo a sentir, es más, siempre te busqué, siempre te anhelé, siempre quise saber otra vez de ti. Pero esta vez no estabas dentro de uno de tantos, esta vez había algo diferente que con sonrisa franca y ojos claros me llamaba. Esta vez, quería y no podía evitar abrazarte, no deseaba otra cosa que besarte, no podía apartar mi mirada de ti, deseaba estar a tu lado día tras día sin mirar el espacio o el tiempo, sin querer más que hacerte sentir bien, sin querer más que hacerte sentir especial.

Eso quería el primer día, lo quería ayer, lo quiero hoy, lo voy a querer mañana, así que no te alejes de mí.

Quién diría que un alma perdida, un alma cerca del abismo de la soledad llegaría a conocer a alguien como tú. Quién me habría dicho a mí, que a día de hoy pasar tan solo dos días sin verte me costaría tanto. Quién hubiese imaginado que yo, la chica sin sentido, acabaría atada por encanto a tus abrazos, a tus besos, a tus manos recorriendo mi cuerpo, a tus ojos mirando. Quién diría que tenerte a mi lado me hiciese tan feliz, porque a pesar de todo, porque a pesar de muchos y por mucho que digan, eres todo lo que necesito para estar aquí. Aquí escribiendo esto, ahora, recordando lo que escribo mientras lo lees u otros lo leen. Quién diría que el amor hace milagros, milagros de vida, milagros de sueños.

Y al final, caí entre tus brazos, arropada como una niña antes de ir a dormir, sintiéndome segura de mi misma, sientiéndome segura contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario